Un día de abril del 2013
Querida amor…
No sé si sea correcto llamarte
así, no sé si deba decirte “amor” o “amor de mi vida” o “mi niña” o todas esas
frases que hay para designar cuando se quiere a alguien. Llevo días, más bien
semanas y quizá meses queriéndote escribir esto. Tengo veintitantos años y
probablemente lleve mis últimos cinco años esperando a que llegues. Alguna candidata
a tu puesto se ha acercado pero ninguna aceptó el puesto al final del día, al
parecer me falta algo, no lo sé, quizá tu lo sepas y aun así sabiéndolo lo
ignorarás y desearás ser feliz conmigo así como yo desearé ser feliz contigo.
No sé cuanto ni cómo ni por qué
será nuestro amor, quizá sea eterno como lo he soñado, quizá un par de años y
de ahí nos volvamos inolvidables en la vida del otro. Estoy lleno de defectos
tanto físicos como mentales. Nadie busca un hombre como yo o quizá sí, pero
prefiero ignorar a esa persona que me busca porque sé que me desconoce.
Querida amor, me rehúso a
conocerte en un bar o un antro, me rehúso a creer que el amor de mi vida se
encuentra en un bar bebiendo cerveza o tequila. Yo no espero encontrarte en un
bar, muero de ganas que sea un encuentro casual. Sería maravilloso conocerte en
una biblioteca o en un café, mientras lees un libro y que de la nada me arme de
valor para acercarme a preguntarte “¿qué libro lees?”, y confieso que sé que
eso molestaría a cualquiera (por lo menos a mi me molesta), pero tu sabrías que
hay algo diferente y que vale la pena hacer un lado tu interesante libro por
iniciar una conversación conmigo. Crear ese juego de palabras dónde me platicas
lo que lees y yo quedaré sorprendido, te contaré un poco de lo que leo y luego
intercambiar nombres, invitarte un café u otro si es que ya tienes, y tú
aceptarías gustosa, porque sabes que soy diferente al resto, no sabes por qué
pero lo sabes.
Sería igual o hasta más
maravilloso conocerte mientras voy en el transporte público, y que suceda un
frenón o algo, una señal, un milagro, un algo. Y de ahí sin saber cómo, iniciar
una conversación del clima, lo salvaje que maneja el transportista. Eso sería
bueno, me haría feliz. Y tú lo sabrías, mi conversación no te resultaría
aburrida, te haría reír, sonreirías cuando te hable de lo que es la ingeniería
o de que escribo poesía y tengo un blog. ¿Me explico? Sería agradable, quizá
ese día traiga dulces y te invite uno, al final intercambiar nombres y
buscarnos en facebook o que se yo.
Otra oportunidad de conocernos
sería en alguna fila larga como la de la línea, de esas veces en las que yo
traigo puesto mis audífonos y tú me interrumpas para preguntarte algo, no
sabría de ahí que sigue, me quitaría los audífonos y continuaría con la
pregunta, ya sabes, esa clase de preguntas cómo “¿para dónde vas?” y así, o
comentarios como “el otro día no hice tanto tiempo”, y normalmente yo siempre
llevo un libro y quizá me preguntarías por él o viceversa.
¿Cómo serás?
Quizá ya te conozco y el tiempo
aun no es el adecuado. Me pregunto si tu físico, será como me mata, yo pienso
que lo es y de algún modo mi físico te convencerá completamente. Sé que podrás
ignorar mi ojo desviado, mi curioso modo de correr, mis articulaciones, mis
dedos chuecos, nariz gigante y otros detalles.
Te cuento que mi vida está bien,
no hay prisa porque llegues e incluso he llegado a desear que no llegues, así
de bien va mi vida, entre otras cosas. Quizá no tengo lo necesario para
mantener esta relación y por eso aun no te conozco o aun no te me revelas pero
hay algo que quiero que sepas, cuando llegues, no sé cómo ni sé por qué, te
amaré, te amaré aunque no sepa lo que es amar. Sé que contigo aprenderé y seré
feliz completa y totalmente. Espero yo hacerte feliz de igual manera y que tú
seas capaz de amarte con tanta intensidad como lo haré yo contigo.
Te quiere
M. Gray
No hay comentarios:
Publicar un comentario