sábado, 13 de abril de 2013

Cartas a la concoca #4



Un día de abril del 2013

Querida algo…

¿Cómo estás?
¿Cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que te escribí?

Los días se me hacen largos y pierdo registro del tiempo, a veces no sé lo que hago ni en lo que pienso, hay días que pienso que es lunes y en realidad es miércoles o viceversa. Sábados que me saben a domingo y martes que me saben a jueves. El tiempo rara vez ha sido congruente para mí.

¿Y para ti como ha sido?

Te he visto en la distancia un par de veces y te he sonreído con el fin de obtener una sonrisa tuya como respuesta. Seguimos jugando a ver quién ignora mejor a quién. Sigues ganando…
Admiro esa facilidad con la que te resulta ignorarme, enserio la admiro, eres una cabrona por eso. Te mereces mi respeto a la vez como mi desprecio, pero aun así no tienes nada de eso. Es algo normal, tomamos la decisión de ser eso, ser distancia y olvido. Claro, tú siempre fuiste buena para eso.  Y me alegra (en un sentido muy enfermo).

Hoy subí de nuevo al techo de mi casa ¿recuerdas? Ahí te tuvimos nuestro primer abrazo, fue chistoso porque fue bajo la lluvia… y la lluvia era radioactiva… 

¿Qué pudo habernos pasado? 

También en el techo te declamé tu poema y subimos unas cuantas veces a mirar el paisaje, fue bastante agradable. Espero que tu aun conserves alguna de esas memorias.
Te confieso que después de ti, nadie más subió al techo… creo… no recuerdo bien la verdad, fuiste la primer mujer en subir, también subió la ex novia de Luque y Vicky… si… la chica que llegó el día que te dije que si querías ser mi novia y rechacé por obvias razones. Pero estoy seguro que tú fuiste la última en subir. De ahí en adelante después de que todo valiera madres, me resultaba muy doloroso subir, en mi infinita nostalgia yo podía visualizar esos momentos y me sentía mal, aparte de que un vecino suelta a su perro y este se la pasa ladrando.

El rato que pasé en el techo fue raro… practiqué un poco de la capoeira que he aprendido y todo fue bien, me senté donde nos sentábamos y como tributo a ti escribí tu nombre en una capa de polvo gruesa. Quizá una foto hubiera sido algo agradable pero lo sentí necesario, siempre que uno vuelve a esos lugares que lo conmueven, uno busca revivir o dejar un tributo.

Si algún día llegas a leer todo esto, ¿cuál será tu reacción? ¿Me encontrarías patético o te resultaría normal? 

Tienes bastante experiencia en este tipo de cosas, chingado, y como no. Aun conservo las ganas de soltarle unos madrazos al Sasuke.

Te cuento, he estado escribiendo cartas no sólo a la concoca (tú), sino también a mi querida tormenta, tu querida “amiga” (me gustaría ver tu cara al leer esto), bueno… aunque la verdad creo que te vale madres completamente ya, esa clase de reacciones suceden cuando hay algo y aquí no hay nada (sí, yo lo dije). Aunque hubiera dado mucho porque hubiera algo como lo que yo quería y por eso te guardo un poco de desprecio, este desaparece eventualmente, entonces no es nada del otro mundo.

Aun cuestiono el por qué escribo, pero aun así aquí sigo y lo hago por gusto. Quizá porque quiero saber cómo estás y desearte lo mejor, se me da muy bien eso de decir “deseo que estés feliz” porque una buena parte de mí lo desea, la otra simplemente desea recuperar lo que nunca se tuvo, vaya vida la mía.

Espero que estés bien, que te esté yendo de maravilla en la escuela y tu relación con tu pareja sea maravillosa.

Con cariño desde la esquina de mi madriguera.
M. Gray

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