jueves, 13 de junio de 2013

Cartas a la concoca #8



13 de junio del 2013

Hola querida cohabitante

Probablemente no recuerdes que día es hoy, que sucedió el día de hoy hace dos años o así. No te culpo, si gustas me quiero dar el lujo de recordártelo. El día de hoy terminaste la preparatoria, fue un día difícil para ti porque cuatro tipos te pidieron que si querías ser su novia y a los cuatro los rechazaste. Yo lo sé, porque yo fui uno de esos cuatro. Pero hay algo irónico en mi historia, cuatro días antes a esto, te besaste con uno de ellos por la noche, ¿Cómo lo sé? Porque yo era ese con el que te besaste. Elevaste mis sentimientos a un punto que aun tengo dudas si he vuelto alcanzar o si ha sido igualado. Me esforcé mucho por hacerte un banderín que decía que si querías ser mi novia, si tengo suerte, probablemente aun lo conserves, si no, pobre de mí.

Ese día llegó Vicky, Vicky tiene o en ese entonces tenía un cuerpo impresionante, me gustaría que vieras una foto de ella, probablemente su rostro no era el más agraciado pero su cuerpo… su cuerpo ha sido una de las tentaciones más grandes que he tenido. Ese día Vicky vino a insinuarse conmigo, la rechacé, la rechacé pensando en un futuro “perfecto” a tu lado.

Ese día yo me sentía seguro de que obtendría un “sí” de tu parte, ¿cómo podrías decir que no, si cuatro días antes me besaste y dijiste que en realidad era un sí?

Ese día te seguí, busqué tu cara, pero no fuiste ni dulce ni amable, me mostraste ese lado de ti que nunca había conocido y que probablemente volví a toparme un par de veces más adelante. Lo sé, no tiene sentido que te cuente esto porque es una mala memoria y no vale la pena recordarla, pero lo hago porque es de esas cosas que se quedan tatuadas en uno, nunca fue mi intención almacenar tan mala memoria, pero ya ves, aquí estoy escribiéndote de ella.

No es algo que me guste recordar, pero ahí está, ahí sigue, probablemente tendría que contarte la misma historia una y otra y otra vez, quizá si alguna vez hubieras llegado a ser mi novia, quizá entonces la hubiera olvidado un poco más, pero conociéndote, sé que hubiera llegado todo a su fin antes de lo esperado. Entonces esa espina sería aun más pesada.

Hace dos años mujer… dos años, el tiempo ha volado y estamos en la misma situación que aquel entonces, el orgullo nunca te dio para abrir las puertas de una nueva conversación y de igual manera quizá no he sido el hombre más accesible del mundo. A ratos me pregunto cómo estás y si aun recuerdas un poco de esto. Porque yo aun lo hago. Siempre me ha costado mucho trabajo dejar ir las cosas y tú no eres la excepción, vaya ironía porque tú me estabas enseñando y ayudando a dejar ir las cosas y al final terminamos empeorando todo. Nunca me imaginé que te llegaría a querer y mucho menos que nos relacionaríamos de tal manera, tampoco me imaginé que fuera tan fácil para ti hacerme a un lado y vivir como si nunca hubiera existido. Siempre creí que era un poco más importante.

No me gusta enfadarte, aunque parezca que si, recordar todo esto me resulta lastimoso, parece que estoy pidiendo lástima a gritos y no es así, solamente no puedo evitarlo tan fácil aunque quiera, te aseguro que aprenderé a dejar ir las cosas, lo sé.

Espero que estés de maravilla, que la vida te esté sonriendo amablemente y que estés llena de bendiciones, sé muy feliz, te lo mereces.

Con cariño
M. Gray

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