Un día de septiembre
del 2013
¡Cohabitante! ¿Cómo estás?
Ha pasado un largo tiempo desde
la última vez que te escribí, pero no ha pasado tanto tiempo desde la última
vez que te pensé. De hecho me hubiera gustado contarte que soñé contigo, soñé
que teníamos sexo y esa era la causa de la destrucción de mi actual relación. Desperté
aterrado, desperté aterrado por el hecho de que eres un daño potencial a mi
relación a pesar de encontrarte lejísimos de aquí. Después pensé que era un
simple sueño y que no pasaría, afortunadamente o desafortunadamente dudo que
alguna vez en mi vida llegue a tener sexo contigo, que alguna vez la punta de
mi lengua llegue a recorrer tu cuerpo desde la punta de los pies hasta tu
frente, que alguna vez mis caricias rebasen el límite de lo permitido para adentrarse
en ti. Lo siento, quizá me explayé demasiado.
Tengo “muchas” cosas que contarte
y otras que me gustaría saber de ti, tengo que contarte que ya tengo trabajo,
que estoy trabajando y al parecer todo va
bien. Mi vida va en progreso, todo parece y se siente ir bien. También tengo
que contarte que mi acto académico se encuentra próximo y recuerdo la promesa
que te hice o me hiciste que estarías presente en ese momento tan importante
para mí, pero tengo que romperla por el simple hecho de que eres un peligro
latente para mi relación. Igual, por “debajo de la mesa” buscaré el modo para
que te enteres, y quizá tú recuerdes esa promesa y busques el modo de ir a mi
acto académico, igual, prometo no sentirme mal si no vas. Busco que vayan todas
esas personas que son importantes para mí, eso te incluye a ti y a la queridísima
tormenta pero dudo que alguna de las dos vaya, lo único que hace diferente todo
esto, es el hecho de que puedo acercarme a ti de manera más indirecta que con
la tormenta, honestamente dudo alguna vez volver a saber de nuevo de la
tormenta, ahora si nuestros caminos se han separado de manera muy poderosa y no
dudo que los nuestros también lo hagan aun más. Antes el único lazo que nos
mantenía al pendiente el uno del otro, era el karate, encuentros casuales en la
cafetería y probablemente la amiga que tenemos en común. Ahora la amiga que
tenemos en común cada día está más distanciada de mí que de ti, claro, es que
ahora tengo una relación y me importa demasiado, juro que nunca había visto
tanto tiempo de mi vida con alguien. Más de una vez me ha pasado por la mente
el deseo de casarme con ella, el deseo de tener hijos con ella, es una mujer
maravillosa, enserio. Estoy seguro que hasta tú estarías feliz por mí.
Mujer, ¿cómo van las cosas con tu
relación? ¿Sigues con él o ya encontraste otro amor? Quizá te enfadaste y ahora
quieres estar sola un rato, no te culparía la verdad. Siempre fuiste bastante
impredecible o con esa duda de lo que quieres y lo que haces, no te ofendas,
eso es lo que te hace ser tan única y particular. Porque muchos llegarán a
creer que te pueden controlar cuando la realidad es que tú eres la que controla
los hilos de su vida. Difícil de creer y quizá hasta suena exagerado, pero es
algo que sólo los que lo han vivido pueden hablarlo. Uno puede ser tuyo
completamente y sentirse libre a la vez, no te das cuenta hasta que es
demasiado tarde. Buena o malamente me liberé de esas ataduras o quizá tú me
dejaste ir. Nunca fui un juguete maravilloso, no tenía carro ni dinero
excesivo, lo lamento. De igual manera nunca he sido un sujeto guapo, otro punto
negativo para mí. En fin, no te digo superficial ni materialista, solamente que
siguiendo los conceptos básicos de belleza y todo eso, pues no entraba en
ninguno, y la poesía nunca fue de tu completo agrado.
¿Aun tienes el poema que te
escribí pegado en alguna pared de tu cuarto?
Sería bastante interesante saber
si lo tienes, al igual que a Dompi.
¿Cómo está?
En fin, espero pronto volverte a
escribir o verte, lo que suceda primero. Nunca estaría de más escuchar de tu
boca el cómo estás. Te juro que una parte de mí quiere pararse enfrente de ti y
decirte “gracias”, porque de ti aprendí mucho y eso ahora lo valoro aun más. En
fin, sé muy feliz mi querida cohabitante.
Con cariño
M. Gray
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