martes, 2 de abril de 2013

Cartas a la concoca #1




Un día de marzo del 2013 

Querida algo. 

Lo siento, me tengo que saltar el saludo cordial porque soy un descortés y enojón, no es mi intención o quizá sí pero da igual. 

Prefiero asumir que está bien, que tu vida es una maravilla, que estás muy feliz con fulanito o fulanita y así no me dolerá el arremeter en tu contra con alguno de mis reproches que prometí nunca hacerte, justo como tu prometiste venir a buscarme si me perdía (sí, eso es un reproche). Quizá porque resulta más fácil creer que estás bien aunque no lo estés, quizá te está llevando la que te trajo por algún problema en la escuela o con tus papás, ya sabes, lo básico, relájate, estarás bien como siempre consigues estarlo aunque tú digas que no y que siempre algo te jode. 

No sé por dónde comenzar, quizá por lo más importante.

Me caga tu presencia… ok, quizá es algo rudo y exagerado, no me caga, solamente tienes esa facilidad de aplastar mi ser a un nivel muy fuerte, es como si viviera a cien y cuando apareces me reduzco a un diez. Me siento horrible conmigo mismo por todo eso que no sé explicar y todas esas preguntas que nunca vas a responder y probablemente nunca oirás. 

Tengo que quejarme del hecho que me hace enojar demasiado todo ese comportamiento que tuve contigo y que en algún punto me hiciste sentir que era único y especial y no lo fue. 

¿Qué acaso los hombres actuamos en ciclo?

Decimos “¿sabes que sería muy chingón? Hacer este detalle, si, a huevo, seré el primero y ella me recordará siempre” y uno vive creyendo que fue el primero y es una vil mentira. Resulta que el wey antes que yo y probablemente el wey antes que ese wey haya hecho el mismo detalle salvo con alguna diferencia y se haya ido creyendo que hizo lo más chingón del mundo y en realidad no lo fue. Esa pinche diferencia de perspectiva en la cual algo para mi representó un diez (en una escala del 0 al 10) y para ti no fue más que un simple dos o quizá si tuve mucha suerte llegué a un tres. 

No tienes idea de lo feo que eso se siente. 

También esa facilidad con la que me vuelvo invisible frente a tu presencia, no existo aunque me notes, aunque pase a un lado de ti y tu rostro sólo me muestre tus dientes a manera de sonrisa fingida. Se siente como una risa de victoria y venganza, y quizá no lo haces con esa intención, quizá es el único ademan que te da tu cuerpo para expresarte en esos momentos. 

¿Cómo debo de sentirme? 

Si yo no sé, esperar que tú sepas es mucho.  

El tiempo de reflexión es largo y el tiempo de tu ausencia es más, te apareces y me chingas la existencia y cuando no apareces me chingas aun más.

¿Quién me entiende? ¿Quién puede entenderme? 
 Tú no lo harás y probablemente nadie lo haga. 

Espero que estés bien, cuídate mucho e intenta ser feliz. Eventualmente estaré bien y quizá así deje de quemarte en cartas ficticias. 

Con cariño
M. Gray

No hay comentarios:

Publicar un comentario